Día 3 - La Comisión del Creyente

Tesoros Devocionales - El Poder Espiritual Charles Finney

 

Día 3

La Comisión del Creyente

 

“De aquel que cree en mi, como dice la escritura, brotara ríos de agua viva”

 

JUAN 7:38

 

Nosotros, como creyentes, tenemos que cumplir la misma comisión que tenían los cristianos de la iglesia de los hechos. También tenemos la misma promesa del poder. Es de la mayor importancia que todos los cristianos comprendan que esta comisión de convertir al mundo le es dada por Cristo personalmente.

 

Cada creyente tiene la responsabilidad de ganar tantas almas para Cristo como le sea posible. Este es el gran privilegio y el deber de todos los discípulos de Cristo. Y en ella hay áreas de trabajo- ya sea que prediquemos, oremos, escribamos, administremos un negocio, cuidemos niños, o trabajemos en una oficina de gobierno. Pero en cada área de llamamiento podemos y debemos poseer poder espiritual. Cualquiera que sea nuestro trabajo, toda nuestra vida y nuestra influencia debe ser saturada con este poder para imprimir la verdad de Cristo en los corazones de los hombres.

 

Se habla mucho de nuestra dependencia del Espíritu Santo, pero cuan poca

conciencia se tiene de ella.

 

La primera gran necesidad de la iglesia es llegar a la convicción de que esta comisión de convertir al mundo se le asigna a cada creyente como la tarea de toda su vida, y no solamente a los ministros. La segunda necesidad es adquirir la convicción de la necesidad del empoderamiento espiritual. Demasiados creyentes suponen que esta es tarea exclusiva de los que son llamados a predicar. No se dan cuenta que todos somos llamados a predicar el evangelio, que la vida entera del creyente debe ser una proclamación de las buenas nuevas. La tercera necesidad es una ferviente FE en la promesa del empoderamiento. Muchos creyentes dudan que la promesa sea para toda la iglesia e individualmente para cada creyente. En consecuencia no tienen la Fe para mantenerse libres en la espera. La cuarta necesidad es esperar en Dios con persistencia, porque así lo mandan las Escrituras. Los creyentes mencionados anteriormente se dan por vencidos antes de obtener el cumplimiento de la promesa, y les queda como única satisfacción la esperanza de la vida eterna solo para ellos. No están listos para aceptar la gran comisión de trabajar por la salvación de los demás, y prácticamente pierden de vista la necesidad del poder espiritual. Se habla mucho de nuestra dependencia del Espíritu Santo, pero cuan poca conciencia se tiene de ella.

 

El ministerio pastoral es débil porque la iglesia es débil. Y la iglesia permanece débil por la debilidad del ministerio. ¡Ah, que tuviéramos la convicción de la necesidad de este revestimiento de poder, y fe en la promesa de Cristo!

 

Padre, cuan frecuente mi deseo de poder espiritual ha sido para mi propia satisfacción y no

para tu gloria. Rompe en mi todo lo que sea egoísta, y úsame para salvación de otros. Amén.