Día 21 - Violencia Santa
Tesoros Devocionales - El Poder Espiritual Charles Finney
Día 21
Violencia Santa
“¡No te soltaré hasta que me Bendigas!”
GÉNESIS 32:26
La oración eficaz por la plenitud del Espíritu Santo debe ser motivada por un deseo que contenga alguna proporción de la grandeza de la bendición. Si una persona verdaderamente desea una bendición, algo que sea contrario a la voluntad y providencia de Dios, es de suponer que le será concedida.
Si el Espíritu Santo está estimulando los deseos suyos por su presencia, ningún grado de deseo ni ninguna importunidad en la oración es inapropiada. Un creyente debe llegar ante el trono divino y tomar –por decirlo así- la misma mano de Dios. ¿le desagradó al Señor la audacia e importunidad de Jacob cuando dijo que no dejaría ir al ángel del pacto hasta que lo bendijera? De ninguna manera. Por el contrario, le concedió la bendición que pidió. Lo mismo ocurrió con Moisés. “Voy a enviarles una plaga que los destruya –dijo el Señor-, pero de ti haré un pueblo más grande y fuerte que ellos” (Números 14:12). ¿Cuál fue la reacción de Moisés? ¿Se hizo a un lado y permitió que Dios hiciera lo que había dicho? No; su pensamiento voló rápido a los egipcios, y dijo: “Lo oirán luego los egipcios…” (Versículo 13). Parece como si hubiera agarrado la mano levantada de Dios para evitar la catástrofe. ¿Lo reprendió el Señor por su interferencia y le dijo que no había caso en que intercediera? No; es como si el Señor hubiera sido incapaz de negar alguna cosa ante tal importunidad. Moisés se paró en la brecha ante Dios, y prevaleció.
Un creyente puede – digámoslo así-, agarrar la misma mano de Dios cuando ora
fervientemente.
Se cuenta que al misionero Javier lo llamaron una vez para que orara por un hombre que estaba enfermo, y oró con tanto fervor que parecía estar violentando el cielo –así lo expresa quien registro por escrito la experiencia. Javier prevaleció, y el enfermo se recuperó.
Este tipo de oración ocurre en el día de hoy cuando los creyentes son tan importunos y ponen en acción tal audacia santa, que al mirar después hacia atrás, se asustan y se asombran cuando piensan en que pudieron ejercitar tanta importunidad con el Señor. Estas personas se cuentan entre las más santas de todas las que he conocido.
Espíritu Santo, yo sé que pentecostés fue un día grande y de deleite para nuestro Padre. Que
ocurra lo mismo hoy, reina en mi vida y produce resonantes alabanzas para Jesús. Sujeta mi
alma con la verdad, y que Jesús sea exaltado en todo lo que yo haga y diga. Amén.